Desperezas un poco tus músculos, estirando brazos y piernas, mientras piensas que nadar para ti es más que eso... adoras deslizarte por el agua, sentir como tu cuerpo coordinado y ligero avanza a buen ritmo.
A veces mientras nadas tu mente se evade y de repente piensas que estás en el mar y que las olas se acompasan con el ritmo de tus brazadas de crol... sin desfallecer decides continuar hasta alcanzar el horizonte, y lo conseguirás ya que sabes que el mar te quiere porque lo respetas... ( Al final las cosas que merecen la pena nacen del respeto y la humildad y tú en eso eres un maestro...)
Termina el entrenamiento y al salir de la piscina regresas a una realidad donde la rutina a veces te aturde y te consume... y de camino al vestuario sientes que la natación para ti más que un deporte es un refugio en el que a diario sueñas con tocar el horizonte con las puntas de tus dedos...
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